sábado, 28 de abril de 2012

"Dante"; Luis Alvarenga, Editorial EquiZZero, 2012.

Decir que la poesía es "propulsión", es afirmar que ella es la fuerza generadora de movimiento sobre la cual giran los engranes de la máquina humana. En otras palabras, el hombre es tan solo el vehículo por donde la poesía busca asir su espacio en el mundo. Así, la poesía de Luis Alvarenga "se vale" de él "como de un espejo" -afirma Hans Arp en uno de sus poemas-, y como catalizador propulsa todas sus dudas y sobresaltos a través del papel.

Omar A. Chávez
Editor Editorial EquiZZero





Con motivo de nuestro segundo aniversario nos enorgullecemos de  presentar "Dante" de Luis Alvarenga, abriendo así una nueva colección: "Colección Velocípedo". Aquí una muestra:




Selección de poemas


III


«Conviene abandonar aquí todo temor; conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías a la dolorida gente que ha perdido el bien de la inteligencia»
Inf.:iii

Barquero, llévame lejos.
A donde olvide el lugar donde nací.
Ese lugar es una grave lápida,
que cargo como condenado.
La lápida da la bienvenida a la ciudad del llanto.
La lápida asusta al paseante.
La lápida la acarreo en mis espaldas.
La lápida me seguirá al puerto en el que tú,
Barquero, me abandones, entre horrores.
Nacer allá es tener la marca de la ciudad
                                                que todos escarnecen.






V


Yo he sido las sombras
de todos esos condenados.
A mí, todos los horrores
de este círculo.
Yo fui más allá de las cenizas
y fui el perfume
que se dilapida entre sedas.
Fui quien enloquece
por un cuerpo tibio
y luego cae desde la torre al escarnio.
Soy las lágrimas que vierten
los penitentes,
el futuro malbaratado
por el cielo fugaz
de una rosa abierta
                        que perfuma
la tarde
            y sus cenizas.




X


Dividido abismo.
La patria que yo canté
ocupa el círculo más pequeño.
Luego de contemplar el horror,
a otras ocupaciones:
no están las constelaciones
enseñando nuestro camino.

Ver los círculos concéntricos
en los que se nació, se fue joven,
y sollozar por las noches.

Ya es hora de levantarse,
a aplicarse en la tarea
de escribir la condena
en los muros de la ciudad circular,
borrarla al fin de la tarde,
ver los círculos concéntricos
en los que se  amó, se aprendieron las primeras palabras,
y sollozar por las noches.







XX

Ladrones


Entonces, una pequeña serpiente,
enroscada cual un «como»
en las trapacerías del poeta
se posesiona de la voz
que repite todo lo del aire.
Bífido terror,
unirse centauro con su doble,
el «como» otra vez, pero ahora
es lo que de hombre el poeta tiene,
y en un adiós será
el galope en sus papeles.
El dueño de lo robado al aire.








XXIII



Es la vida la que me trajo
la lengua en la que hablé
el evangelio de la discordia.
Disolución sembré,
pues yo mismo me torno en la nada
bajo las aguas.
Y fue la fidelidad
a las criaturas quemantes,
cambiantes como baza de Tarot,
lo que me hizo traicionar tanto.







XXVI


Si las rocas tuvieran estilo,
ensayaría aquí la pétrea retórica.
Si el mar un discurso tuviese,
como Demóstenes mascullaría
salados guijarros para alcanzar su elocuencia.
O si la lluvia infinita que sobre
los muertos cayó en los cerros
fuese una forma de entonación,
esta tinta se desviviera por alcanzar tal nota.
Y si el suplicio fuese
la sierpe mágica de la flauta,
esto sería una tonada
para las verdades duras.






Visión del crepúsculo


Las esquinas están por guardar sus uniformes colegiales y van a convertirse en flores azules. Una oreja navega sobre las aguas. La veo alejarse. No queda más que el silencio, no me quedo con la guarida de la diosa, ni con los dones que se marchitarán al día siguiente, ni con el tenaz alumbramiento de lo efímero. La certeza de la que no cabe musitar ni una nota en falso es esta: la del cielo y la pobreza. Esta vez, intento ser más fuerte que el color de sus ventanales. Hay una palabra vislumbrándose entre mis dedos. Es el sabor de la música que brota de los uniformes colegiales.




Luis Alvarenga



San Salvador, 1969. Poeta, ensayista y doctor en filosofía por la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). Perteneció al Círculo Literario Xibalbá en la década de los ochenta. Es editor de Realidad, revista de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la UCA, y director de Cultura, publicación de la Secretaría de Cultura. 

Su trabajo aparece antologado en los volúmenes Piedras en el huracán, de Javier Alas y Alba de otro milenio, de Ricardo Lindo, así como en el libro Poésie salvadoriennedu XXme. siecle, compilado por la ensayista Maria Poumier. Ha publicado Otras guerras (poesía, 1995); La mágica raíz (selección de ensayos de Pedro Geoffroy Rivas, 1998); Libro del sábado (poesía, 2001); Esto Soy(compilación de la Obra poética de la escritora Claribel Alegría) y Roque Dalton, la radicalización de las vanguardias (ensayo, 2011).

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