jueves, 8 de febrero de 2024

DELMARA, Ana María Rivas, Editorial EquiZZero, 2024.

 


 

Delmara, es el libro con el cual la escritora Ana María Rivas,  resultó ganadora del XIII Certamen Literario Ipso Facto 2023, promovido por Editorial EquiZZero.  Un libro escrito desde lo íntimo, desde la congruencia literaria de una de las voces femeninas más interesantes de la poesía salvadoreña de los últimos tiempos y, sin embargo, poco conocida más allá de  antologías, recitales y círculos literarios cercanos, por un mutismo autoimpuesto por la autora, una voz cuya fuerza se suma y entrelaza a esa rica tradición poética.

 

Delmara, ópera prima de Ana María Rivas, trabajo contemplado en tres partes, cada una en recíproca armonía: El origen, La locura y La caída, para muchos, un libro urgente y necesario, no sólo porque Ana representa esa frescura y sensibilidad, sino porque, además, sabe conectar y transmitir con el lector aquellas cosas que, a la gran mayoría, nos han sido negadas, es decir, esa radiografía espiritual, que sabe hablar desde el amor, desde el dolor, la familia, la separación y muerte. 

 

De este libro el jurado dijo al respecto: se tratar  de una obra que cuenta con una notable calidad técnica, con fuerza  en la utilización de imágenes, educado conocimiento del ritmo y lenguaje y, demás, de tratarse de un  proyecto unitario muy bien logrado.

 

Desde Editorial EquiZZero, nos enorgullecemos y felicitamos a Ana María Rivas que, desde este día, pasa a ser parte de nuestra gran familia.

 

Omar A. Chávez

 

 

SELECCIÓN POÉTICA


 

ORÁCULO

 

 

Dame alas de pájaro para el viaje,

sujeta bien mis manos

y lléname de cera.

 

No temas,

sé muy bien mi destino:

el sol derretirá mi vuelo,

y yo caeré,

incendiada sobre el mar.

 

 

 

CÁRCEL

 

 

Una marea de hombres corre

con el viento de los campos.

Muerden, despedazan,

hacen de mí una piltrafa entre el fuego.

 

Caudal de huesos son ellos en mis manos,

huesos que apuntan, señalan, golpean

martillos de calcio,

resonando en mis oídos

forman una hilera, frente a

caen sus restos,

me acorralan, me amordazan.

Queman.

        

Los ojos de la multitud me señalan,

ríen a carcajadas, hunden

sus dedos lascivos en las rejas.

 

Esta cárcel circular que es el tiempo

ha hecho de mí un animal herido,

eterna, colgada del árbol de las sombras.

 

Todas las risas se repiten,

todos los tiempos,

los gestos,

los rostros.

Toda la sangre estancada entre mis manos.

 

Esta imagen sólo es el recuerdo:

la cárcel es este cuerpo en el que habito.

 

 

 

 

HISTORIA DE LA LLUVIA

 

 

I

 

 

Desde el principio de mi tiempo

mi sentencia fue la herida:

 

hagamos de esta carne una hoguera,

que la luz abrace la soledad sin nombre

—dijeron los hombres de la muerte.

 

Habría preferido amanecer bajo la tierra,

pero heredé en mi sangre la raíz antigua

y conocí la luz del mundo, de la lluvia.

 

Lloré mi propia muerte

y nadie supo consolarme.

Sólo mi voz en las paredes del silencio,

sólo la lágrima en miles de lágrimas

                                                cayeron

                                                        desde mi

                                                                       y sobre mi tiempo. 

 

 

 

II

 

 

En la edad del columpio conocí la palabra,

como un ave herida

cayó en mis manos.

La abracé con ternura, como a la hermana

que siempre esperé y no tocó a mi puerta.

Hice un nido para ella entre mi pecho,

y habitó mi sangre con el eco de su voz.

 

 

III

 

 

Tres veces la muerte golpeaba las puertas,

tres veces la sed de la luz en los cristales.

Sobre la ciudad el agua galopaba

como cien mil caballos tristes.

Mezclaba las imágenes y las disolvía en  la lluvia.

Dejaba mi aliento en los vidrios,

en las ventanas de los buses viejos.

Y en la niebla, dibujaba mi nombre,

el rostro de la niña que fui.

 

 

IV

 

 

El agua cae,

me acaricia.

Su goteo abre un pozo entre mis manos.

 

Sólo creo en la lluvia,

sólo en su lenguaje transparente.

 

 

 

ÚLTIMO VALS

 

 

I

 

 

Un imperio de oquedad extiende sus límites por la casa.

La vida crece y se aferra a las paredes,

repta en los balcones, se enrosca entre la pérgola.

 

Ha llovido y el invierno pasará

como un animal  que ha devorado al tiempo

y se ha hospedado para siempre entre las grietas.

 

El árbol del jardín ha marchitado sus frutos.

Pálidos son los restos de sus flores.

Pálidos pétalos caen sobre mí,

se esparcen en mi cuerpo como una sábana nupcial

y me dejan el rostro,

húmedo, blanco.

 

Tres veces se ha dicho mi nombre desde adentro,

el corazón de la madera crepita y me llama.

Cae la noche, nace una luz

que ilumina todo a su paso.

 

El fuego me trae devuelta la memoria:

te busco entre largos pasillos,

la orquesta se enciende

y empieza la fiesta.

 

 

II

 

 

Tomados de la mano,

un ritual de labios que se buscan en la penumbra.

Somos un solo cuerpo

que se agita con la música del campo.

Avanzamos por los amplios corredores,

nos balanceamos

como relojes antiguos.

 

Cruzamos las puertas del tiempo

y, en el umbral, un pájaro se quema.

 

 

III

 

 

La novia va con un ramo de otoño,

un arroyo de flores se abre entre las puertas.

El vestido blanco se extiende en las paredes

se enredan las estrellas en sus pliegues

se enreda el tiempo, amor, y yo bailo

el vals con tu cadáver que cuelga desde el techo.

 

Abro la boca,

 el caudal de la luna se derrama por mi cuerpo

y, en una copa, bebo de sus aguas.

 

 

IV

 

 

Todavía no amanece.

Aún hay tiempo para amarnos

en esta casa exiliada por los hombres.

 

La radio de la abuela enciende sus bocinas,

los grillos despiertan y conjuran su hechizo:

una luz azul asoma sobre  el orbe.

Yo soy la novia eterna, amor,

dame tu mano,

para bailar esta pieza.

 

 

 

LA JAULA ES EL PÁJARO

 

 

En honor a A. Pizarnik

 

 

Desde hace tiempo el canario no canta.

No sueña con pájaros de otros continentes.

Se sienta en la esquina,

junto a la ventana,

da vueltas en círculos

sobre el mismo espacio.

 

¿Quién le dirá

que, hace mucho,

la jaula que imagina

ha volado alto

y la ventana ha estado abierta

para acariciar el aire?

 

 

Ana María Rivas

 

Santa Tecla, 1995. Formó parte de la Escuela de Jóvenes Talentos en Letras de la Universidad Dr. José Matías Delgado.  Fue miembro del Taller Literario Altazor.


En 2016, resultó ganadora del primer lugar en el concurso “La Flauta de los Pétalos”, certamen de literatura hecha por mujeres, a cargo de la Universidad de El Salvador y el Centro de Estudios de Género. Parte de su producción figura  en la compilación literaria “Sextante”, en el área narrativa. Sus poemas han sido publicados en antologías nacionales y extranjeras como “Las muchachas de la última fila”, “Escaleras abajo y Antología de poetas bajo palabra, publicadas en Costa Rica. Es Egresada de la Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de El Salvador. En 2023 fue ganadora del XIII Certamen Literario Ipso Facto 2023, promovido por Editorial EquiZZero. Ha publicado: “Delmara” (Editorial EquiZZero, 2024).