lunes, 9 de octubre de 2023

Bases del XIII Certamen Literario Ipso facto 2023


 XIII Certamen Literario Ipso facto 2023

BASES

 

Podrán participar todas aquellas personas cuyas edades oscilen entre 18 y 40 años, que hayan nacido y residan actualmente en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, y no hayan ganado este certamen con anterioridad.

 

Los trabajos pueden ser parcialmente inéditos (no más del 50%)  y no estar participando en otro certamen literario;  escritos en español; formato office Word (NO PDF), tamaño carta, letra Times New Roman base 12 e interlineado de 1.5. La extensión de los trabajos no debe de ser menor de 35 páginas ni mayor de 60 y debe incluir un SOlo  poema o cuento por página. La temática es libre. El género es poesía y narrativa (cuento).

 

Los interesados deberán enviar dos archivos en formato office word (no pdf) al correo: editorialequizzero@hotmail.com, uno de estos archivos se nombrará con el título de la obra y seudónimo. En un segundo archivo, que se nombrará DATOS PERSONALES, se debe adjuntar la siguiente información:  lugar y fecha de  nacimiento, dirección, teléfono y correo electrónico y copia de documento de identidad (foto o escáner). Los participantes que no cumplan con cualquiera de estos criterios serán automáticamente eliminados.

 

La obra seleccionada será publicada por Editorial EquiZZero en un lapso no  mayor  de 10 meses a partir del fallo del jurado. El tiraje total será de 250 ejemplares por género de los  cuales el 20% corresponde a cada ganador.

 

La recepción de obras inicia a partir de la publicación de las siguientes bases y finaliza el   viernes  27 de octubre de 2023 a las 23:59 horas. El viernes 24 de noviembre se dará a       conocer una lista de 10 finalistas por cada género literario sobre los cuales se deliberará el nombre de los ganadores.


El fallo será inapelable y se dará  a conocer la noche del sábado 23 de diciembre de 2023 a través de: equizzero.blogspot.com y a través de nuestra página de Facebook e Instagram. El certamen no podrá declararse desierto, sin embargo, si a criterio del jurado ningún trabajo cumple con la calidad que amerita se nombrara uno o más accésits, los cuales también serán publicados por esta editorial bajo un formato diferente al planteado anteriormente.

 

viernes, 2 de junio de 2023

Empleados públicos, Antonio Teshcal, Editorial EquiZZero, 2023.

 


Cuando con motivo de la reedición de La palabra del mudo, a inicios de los 70´s, el gran narrador peruano Julio Ramón Ribeyro —poco dado al dogmatismo literario— escribe su poética del cuento, dirá al respecto:

 

“El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace, es que el cuento ha fallado.”

 

Es quizá este el mayor acierto de Antonio Teshcal, ganador del XII Certamen Literario Ipso facto 2022 en la rama de narrativa con Empleados públicos, libro en cuyo bagaje van a converger personajes de la vida cotidiana, en un lugar ficticio llamado Malpais donde: corrupción, burocracia y mentiras van a tener cabida; cada personaje ha sido creado a través de la óptica de quien mira al mundo desde un observatorio: ni tan cerca como para fundirse con ellos ni tan lejos para ignorar lo que acontece alrededor suyo. Empleados públicos, es sinónimo de historias bien contadas, con personajes que viven en el imaginario colectivo con un desenlace que, sin duda, será aceptado por el lector, pese a sus consecuencias.

 

Los editores

 

 

 

                         SELECCIÓN DE CUENTOS

 

 

 

Corruptos

 

 

Juan, tosco y boyero, a media tarde en una cantina de Malpais, rodeado de otros hombres duros y padres de familia, se refería a los profesionales:

 

   Mejor no estudiar, porque así uno se mantiene derecho. El que estudia se vuelve corrupto, todos los profesionales son mañosos. Conocí a un doctor que vendía recetas a gente de pisto para que compraran de esas pastillas que ponen loco. Un farmacéutico que hacía pastillas de puro almidón y bicarbonato y las vendía caras diciendo que curaba los riñones. También a un ingeniero agrónomo que valoraba baratas las tierras de gente endeudada para que amigos suyos las compraran. De los contadores y abogados mejor ni hablemos. Y si no vean, el último caso está aquí en el pueblo. El alcalde puso a un primo suyo a cargo del proyecto de poner pavimento de concreto en las avenidas. El hombre, ¡ingeniero civil, oigan! Ya recibió el material a utilizar, ¿y saben qué hizo el muy tacuazín? Vender bolsas de cemento a tres dólares cada una... yo le compré diez porque estaban baratas, chis.

 

 



El honor de nuestros ancestros

 

 

Para Armando

 

 

El joven Juan, agrónomo, originario de nuestras tierras, de Malpais por mayores señas, catedrático universitario de estatus quo, fue el elegido del campus estatal para asistir a una capacitación sobre el manejo de recursos naturales, instrucción que se llevó a cabo en el extranjero. A ese estudio llegaron hombres y mujeres de todas partes del mundo. Entre ellos estaba el también joven Chang, doctor, científico, habitante de una pequeña provincia de un país de larga tradición histórica.

 

Juan y Chang se tuvieron simpatía, quizá en buena parte por su cercanía generacional. En una de las pláticas que sostuvieron (Chang dominaba el español, entre otras lenguas), Juan despejó cierta duda respecto al ambiente laboral de su colega Chang:

 

   Amigo Chang, ¿le hicieron firmar o le harán firmar, cuando vuelva, una carta compromiso que lo obligue a producir y reproducir en su provincia el conocimiento adquirido en esta capacitación?

   Oh, no, mi amigo Juan, eso no es necesario para nosotros. Ese compromiso lo llevamos en nuestra sangre, porque con nuestros actos dignificamos el honor de nuestros ancestros.

 

Al volver a sus respectivas tierras, el novel Chang enalteció el honor de sus ancestros; en cuanto al retorno de Juan —aún con carta compromiso—, el honor de nuestros ancestros valió verga.

 

 

 

 

El sindicato

 

 

Para Segundo

 

 

«Han terminado estos años y años de tiranía, el pueblo ha hablado, quiere un cambio. Ahora escribiremos la historia» ...eran las palabras de Juan, originario de Malpais, viejo obrero de una institución gubernamental, fundada después de los acuerdos de paz. Era lunes y ya se especulaban los cambios que los históricos comicios del día anterior presagiaban. ¿Quién sería el nuevo director de la institución? ¿Qué jefaturas arbitrarias se irían para siempre del lugar? Y, por supuesto, ¿se formaría el sindicato? Pero debían calmar ansias para tomar el manubrio de la historia, esperar dos meses para la toma de posición del mandatario y ver cómo cambiarían las cosas. Y cuando el nuevo elegido dio su discurso, recalcó que los sindicatos habían de conocer la luz en las instituciones públicas, donde se les había vedado la oportunidad.

 

Las disposiciones para tal efecto llegaron pronto a aquella institución, donde la cantidad de empleados era tan numerosa que se tuvieron que hacer planificaciones previas en los diferentes departamentos y unidades. Se coordinaron y designaron voceros para la primera reunión informativa, sumando alrededor de treinta individuos con apenas un representante por cada oficina de aquella verdadera ciudad institucional, cuya extensión territorial era tal que no todos se conocían entre sí. Pero las distancias se acortaban con historias laborales, chismes y demás enseres. Lo que no se sabía se averiguaba pronto por diversos canales, confiables o no.

 

La primera reunión pro sindicato fue dirigida por el nuevo director de la institución que —haciendo reseña de las políticas de la nueva militancia en el gobierno— subrayó su total e indiscutible acuerdo con los sindicatos, su política de asistir la constitución, legalización y todo lo necesario. Ese primer encuentro no pasó de ser un mitin.

 

En la segunda reunión, sin el director ni mandos medios, todos los representantes de empleados rasos discutieron la constitución del sindicato. La abogada delegada por el gobierno para asesorarlos, mientras moderaba la reunión, nuevamente hizo hincapié en la importancia de la figura sindical, funciones y obligaciones. La ocasión fue ensalzada con la intervención de cada individuo, todos dieron discursos favorables, entusiastas y hasta de rebeldía revolucionaria, hasta que la última opinión dio un giro galvánico al ambiente. Se trataba de una mujer que frisaba los cuarenta, muy bien conservada, de peso sano, jovial y empalagosamente amable.

 

Todos quedaron atónitos con su intervención, cuyas palabras, después, fueron rápidamente trasmitidas por los delegados hasta sus demás compañeros, luego de los insultos que pretendían esbozarla, pues pocas personas la conocían. Sus palabras se reprodujeron más o menos así: «Yo no estoy de acuerdo con los sindicatos, no son necesarios, y menos aquí, donde tenemos más prestaciones que las de ley, y un salario que es hasta demasiado por nuestras obligaciones. Yo vengo de trabajar en la empresa privada, y ahí no andan con estas cosas, ahí no andan contemplando a nadie. Yo opino que no deberíamos de tener sindicato». Inmediata a esta intervención, la abogada se apuró a cerrar la sesión para evitar dar la palabra a cualquiera, que se adivinaban como botones de insultos. Remató la reunión no sin antes memorar la importancia del sindicato.

 

Juan, representante de los electricistas, fue de los más escandalizados. Haciendo aspavientos de su necia y vociferada experiencia, su «hacerse viejo con pompa», según sus etílicas palabras, hizo compromiso revolucionario —jurando a sangre sobre el Manifiesto de los proletarios liberados (recientemente nacido en la febril ociosidad de varios) — a investigar con prontitud de dónde venía aquella mujer, qué fantasmas políticos la manejaban, además de lavarle el queso astutamente a su favor y por la unanimidad del sindicato. «Me quito un huevo y la mitad de otro si no lo cumplo, así como lo oyen, men», terminó diciendo para que no cupieran dudas.

 

Juan averiguó que era enfermera, su nombre era Reina y tenía sólo mes y medio de haber sido contratada. Con prudencia consiguió el mayor número de oportunidades para tropezar con ella antes de la siguiente reunión, a realizarse dentro de diez días. Como representante consecuente de las filas obreras, contó a sus camaradas los pormenores de su primer encuentro, igual dio informe del siguiente y luego el otro. La cuarta vez se produjo un día antes de la reunión, de ésta última ocasión sólo informó que la había visto, no habló más.

 

Llegó el día de la convocatoria. Reunidos en la sala de sesiones oficiales, estaban por fijar fecha para la asamblea general y levantar el acta de constitución, se suponía que sería breve pues ya todos estaban de acuerdo. Discutirían pormenores. Estaban por dar inicio cuando Tomás, el representante de carpintería, dijo que esperaran a Juan en vista de su notable energía para los asuntos ideológicos.

 

El número de asientos repartidos frente a la mesa ovalada eran exactos, dejando libre sólo una silla la cual estaba a la derecha de Reina. Después de la última reunión nadie quería sentarse cerca de ella más que la abogada, que parecía haberse sentado a la izquierda de ella de manera planificada. El circuito se cerraría con Juan, que llegó con un aire que todos notaron sospechoso. Juan saludó según hora del día y tomó el último asiento. Entonces inició la reunión.

 

Reina pidió la primera palabra, y con intervención llana transmitió su mensaje de la última vez. Al terminar, la mayoría volvió a ver a Juan, inconformes con sus resultados de lavarle el queso. Esperaban el contragolpe. Al ver que se demoraba en intervenir, Tomás habló para preguntar:           « ¿Vos qué opinás Juan?».

 

Juan levantó la cabeza, luego la agachó lo suficiente para que los demás percibieran tal oscilación. La discreta aguja segundera del reloj de pared fue lo único que llenó la habitación con cinco pasos sudorosos. Entonces el hombre volvió a ver a Reina con pose de niño regañado: «Yo...» dijo, y en ese momento la abogada alcanzó a ver como la enfermera, bajo la mesa, disimuladamente deslizaba su mano con delicadeza sobre la bragueta del pantalón oscuro de Juan mientras, como si nada, miraba a los demás con una sonrisa licenciosa. «Yo, —repitió Juan— opino igual que Reinita».

 

 

 

 

Los genios

                        

 

Pedro, pasante en un laboratorio de investigación de la Universidad Nacional, identificaba huevos de parásitos a través del microscopio cuando el ingeniero Juan Zoo llegó al laboratorio para pedirle informe al respecto. Dos días antes, él había remitido las muestras de heces de animales de un hato de Malpais. Pedro aún no terminaba, dijo que le daría respuesta en unos minutos. Mientras tanto aligeraron el tiempo conversando.

 

   ¿Qué opina de los locos ingeniero Zoo? —le preguntó sin desprender la vista de un huevo larvado, pensando en cierto elogio que había leído recientemente.

   Los locos son de dos tipos bachiller: los que saben que lo están y lo disfrutan, y los que no lo saben y se complican la vida tratando ser felices.

   ¿Cuáles son los que no lo saben?

   Esos son los más grandes pendejos que hay, porque son tan tontos que creen que son genios y no se dan cuenta que son pendejos.

   Ansino…

 

El ingeniero se tiró una risa leve, triunfadora, científica, y agregó:

 

   Me dan lástima, yo en cambio sí soy un genio.

 

Pedro desprendió la vista de los oculares del microscopio y se ensimismó un instante.

 

   Si, pobrecitos… —le dijo, pensado respecto a los más grandes pendejos— ¿Y usted es feliz ingeniero?

 

 

 

 

Antonio Teshcal

 

Quezaltepeque, El Salvador, 1984. Se licenció como médico veterinario zootecnista en la Universidad de El Salvador. Desde 2018 es Profesor Universitario de química en la Universidad de El Salvador, ingresando mediante concurso por oposición.

 

Ganador del primer lugar, en la rama de narrativa, del Certamen de Creación Artística “Arte Ibídem” (2004); Premio Único de Poesía en los XVIII Juegos Florales de Santa Ana (2009); primer mención de honor en el Primer Certamen de Poesía “Ítalo López Vallecillos” (2016); ganador del III Certamen de Literatura Infantil “Maura Echeverría” (2019), en el género de narrativa; y ganador del XII Certamen Literario Ipso Facto (2022), en el género de narrativa.

 

Obra poética publicada: Invierno (2009, 2022), Péndulo (2015, 2021), Sangre (2022) y Memorial bajo el cerezo (2022). Empleados públicos (2023) es su primer libro de narrativa en ser publicado.

domingo, 26 de marzo de 2023

Bajo la delgada estepa de la tarde, Editorial EquiZZero, 1ra Edición, 2023.

 



Bajo la delgada estepa de la tarde, es el título con el cual el poeta hondureño Felipe Rodríguez Medina, fue ganador del XII Certamen Literario Ipso Facto 2022, en la rama de poesía. Felipe Rodríguez parte de esa rica tradición hondureña a la cual pertenecieron Rigoberto Paredes, Roberto Sosa, Juana Pavón, entre otros. Su libro, Bajo la delgada estepa de la tarde, es un libro eminentemente lírico, pero cuyo tema central, el amor, va a poblar la mayoría de sus páginas. Es quizá esta parte la que el poeta explora y desarrolla, a nuestro parecer, con mejores resultados:

 

Para amarte yo no necesito pájaros

amor mío   para amarte o no

aún así padeciendo el furor   la ternura…


Y es que el amor, como fuerza avasalladora, va inmiscuyéndose, como un soliloquio, en el discurso poético de Felipe Rodríguez. Hay aquí una fuerza inquebrantable, una voz que despega y enerva nuestros sentimientos más puros y a la vez los más ocultos.  Hoy, como Editorial EquiZZero, damos la bienvenida a un nuevo integrante de nuestra familia, y nos enorgullecemos en presentar este nuevo título, que esperamos sea del agrado de todos nuestros lectores. 


Los Editores



SELECCIÓN POÉTICA




HAY EN EL AMOR LA ESPUMA EL SILENCIO…

 

Hay en el amor la espuma   el silencio irrenunciable

bajo la avispa entera   devanada contra mi juventud que al herirme tanto

destruyó los líquenes primeros del día

y los purísimos vientos de imprevistos cascos 

 

entre las lágrimas de los bueyes temblando

entre la diminuta resurrección de este furor desconsolado

por el sueño extendido y desgajado

como esplendor que se asesina o se destierra  

como cal remota y fugitiva que no puede ser atacada ni enternecida

 

hay en el amor aquello recién desvanecido

y aquello que a través de ti es entregado al llanto sin clemencia

a su relámpago hasta deshacerse

lejos del tiempo y de la melancolía y de nuestra propia incandescencia

 

¿dónde encontraré tu sangre  

el naufragio de tu sangre   su rencor y sus cadenas

antes de que el mar inunde inevitablemente

tus muslos   tus caricias y todos tus metales? 




PARA AMARTE YO NO NECESITO PÁJAROS…

 

Para amarte yo no necesito pájaros

amor mío   para amarte o no

aún así padeciendo el furor   la ternura

la hoz de tu ausencia

dándome el silencio

insólito   inexorable de la amargura

acaso no oyes cómo llueve

cómo bueyes nos separan

con violenta delicia hoy

que esperábamos juntos el orégano oscuro  

delicado y melancólico bajo la noche profunda…  



ENTRE MARES IGUALES…

 

Entre mares iguales  

trémulos marinos te sostienen

en mitad de su desierto suave y terco 

ellos se han alejado del aceite   del sosiego

 

sus diáfanos trajes  

sus pesadas angustias

se espesan hoy más que nunca sobre tu herida

aún abierta sobre la sal como una guitarra que galopa y se estrella

contra las muelles donde el sol no se acerca ni se arrepiente

 

frías joyas aún son llevadas por tu sangre

como olas de ceniza y escudos sin saberlo

llenándote de ciertas espigas con agua

de cierto color desatado y sin descanso

 

tus brazos resplandecientes  

dulces como remos  

solamente encarnados por el júbilo

abruptamente perdido en sus blasfemias   solamente

en mí su melancólico régimen   piel eternamente abandonada 




SOBRE LA VIDA ESCANDALOSA DE CÉSAR MORO

 

Nació debajo de grandes catapultas rodeado

de esponjas desoladas

y vivió por muchos años en un bosque de escafandras donde la savia

triste de los mascarones daba vida a los furores frescos del Perú

 

recuerdo que su nombre era César Moro

y que tenía un conejo entre sus brazos cuando murió su madre

llevada por una nube de camellos y el intenso olor a polen de un jardinero

 

recuerdo que la hoja blanda de la luna echaba la sombra

de un caracol

y que su corazón inerme roncaba como los hijos de los marinos

cuando el viento diáfano deshojaba entre el canto de las ballenas y yo

 

recuerdo un elefante de aceite tomando agua

con una gran trompa de oro

y un versículo bíblico nadando en un sombrero de paja 

con el despoblado color de los campanarios

 

cavó una tumba con el nombre de Luis II de Baviera

para que durmieran las luciérnagas

y enfermó poblado de acuarelas y estanques y remeros

un día en que su voz se hizo de marfil

y la miel de los mares desbordó el blanco estupor de la tierra

 

otra noche lloró

sobre el caparazón de una tortuga gigante

vistió de abejas el páramo espeso de su soledad y cerró de pronto los ojos… 




UNA IMAGEN DESCIENDE VIOLENTAMENTE…

 

Una imagen desciende violentamente

junto a tu talón humeante como un rumor anclado bajo un sol de llanto

siento su límite solitario

su torrente de sonorísimos cristales sobre el eterno regusto del aceite

comprendo que ya se ha ido

que su inhóspita velocidad es capaz de degollarme

no vio su propio brillo   el ejército claro de su transparencia

un solo soplo invade con su realidad de bueyes alejándose

del blanco día

un solo soplo invade y nada debe quedar sobre la tierra… 




DÓNDE EL ESPESO AROMA…

 

¿Dónde el espeso aroma 

la velocidad purísima

con la que me llenas de estaño

y huyes de mi ausencia bajo los labios

de tardes como espuma donde el viento

no escapaba nunca de su muy cálida desolación?



Felipe Rodríguez Medina

(Tegucigalpa, 1994). Poeta, narrador. Licenciado en Letras con orientación en Literatura por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Es autor del libro de poesía Las cenizas de Babel (2021). Ganador del primer lugar en la segunda edición del Concurso Nacional de Poesía y Cuento Rigoberto Paredes (2016), el I Premio Centroamericano de Poesía Joven Joaquín Pasos (2018) y el primer lugar en la segunda edición del Certamen Literario Nacional Equinoccio Patepluma (2019). Sus poemas han sido publicados en formato digital e impreso en antologías y revistas de Honduras, Nicaragua, Chile, México y España.