Radiografía de la
nostalgia, libro con el cual el escritor salvadoreño Josué Enmanuel Ramos,
consiguió Mención de Honor del XIV Certamen Literario Ipso Facto 2024,
promovido por Editorial EquiZZero.
Nada es más
perenne que aquello que se extraña, nada nos llena de mayor ilusión que aquello
que no se tiene, así Radiografía de la nostalgia, es sin
duda un parteaguas de un momento enmarcado en el tiempo, un fotograma cuyo
objetivo es mirar hacia dentro, a lo desconocido, ese sitio donde el amor y la
tristeza habitan como seres independientes pero al mismo tiempo confluyen y se
entrelazan como los enamorados y, como éstos, en ocasiones la separación es inevitable:
Pero un día hubo un instante de felicidad,
un cielo tibio
nos abrigó en la época del hielo.
Tuvimos una aureola dorada,
pero la perdimos para siempre.
Se desmoronó
y nuestros pequeños cuerpos quedaron soterrados.
De este libro, el
jurado dijo al respecto:
» […] nos
transmite la melancolía del amor perdido, invitándonos a reflexionar sobre los
errores cometidos y las circunstancias que nos llevaron a ellos. Este poemario
parece haber sido escrito por un autor en busca de afirmar su voz, pero que,
sin embargo, ya ha recorrido un camino significativo hacia su propio estilo«.
Hoy, después de
quince años de haber iniciado nuestra labor editorial, nos complace presentar
un libro escrito desde lo íntimo, un libro para la reflexión y a la vez para
recordarnos que muchas veces, incluso en las despedidas, la poesía prevalece.
Omar A.
Chávez
Co-editor
de Editorial EquiZZero
Selección Poética
El oficio de pescar
En aquel tiempo
nos bastaba desenterrar
lombrices del fango
con la pretensión de pescar
el amor:
pez en el río de los días
que se nos había escabullido
del pecho
Así embalsamábamos el
cadáver
de la costumbre
y aplazábamos el tiempo de
nuestros destinos
Ay de nosotros
postrados en la ribera del
río
con las manos vacías
la esperanza disecada
y sin que el pez picara el
anzuelo
Hasta que se te angustiaron
los huesos
y desesperada
te arrojaste como la más
bella carnada
En aquel tiempo
vi tu cuerpo sumergirse
en las oscuras profundidades
como si fueses una difusa
sirena
“Quise salvarte”
pero la caña de pescar se
rompió
y lo único que extraje del
río
fue la mitad de una lombriz
Qué triste es el recuerdo
Es de madrugada.
Tu cuerpo se confunde con el
frío.
Afuera
la niebla muestra su
desnudez de humo
y los pájaros duermen
arropados por su sombra.
Entonces despierta,
encendamos una última
tristeza.
Acabemos con el murmullo de
la oscuridad
y reconstruyamos los
antiguos paisajes
que guardamos en el armario
como la inocencia.
Es triste el recuerdo,
tan triste como la humedad
de tu rostro en invierno,
cuando tus ojos
se vuelven dos lunas
menguantes
que no dejan de sangrar.
Qué lejana quedó la
infancia.
La sonrisa
y la ingenuidad del otoño
fueron carcomidas por las
polillas.
Sólo nos quedó el polvo sepia
del recuerdo.
Pero un día hubo un instante
de felicidad,
un cielo tibio
nos abrigó en la época del
hielo.
Tuvimos una aureola dorada,
pero la perdimos para
siempre.
Se desmoronó
y nuestros pequeños cuerpos
quedaron soterrados.
Qué triste es el recuerdo,
y a la vez, qué cruel.
Por eso despierta
y encendamos una última
tristeza,
que sea por los tiempos de
antaño,
por lo que fue y ya no es,
porque fuimos ingenuos,
sin embargo, cuando el alba
tañó las cuerdas de la luz
nos volvimos despiadados.
Alguna vez
Alguna vez fuiste amada.
Alguna vez
alguien tocó violines
para encender luciérnagas
en tu pecho
y endulzó la amargura de tus
tardes
con tacto azucarado.
Alguna vez
con rabia y furia mordiste
el reloj,
cuando el tic tac
era el tambor
del encuentro ansiado.
Alguna vez
alguien recostó sobre la
hierba
tus tristezas
mientras en tu cuello
plantaba besos y azucenas.
Y te hizo creer en la
eternidad
insuflada por el amor.
De pronto vinieron los
sismos,
las tempestades cotidianas,
la calcinación perpetua de
las promesas.
Y te dejó el corazón
pendiendo del abismo,
hecho cenizas, olvido…
Ajenos
Y después,
cuando el dolor no duela
como hoy,
el tiempo habrá levantado
un impenetrable muro de
sombra
entre tú y yo,
entre tu corazón y mi
corazón.
Para entonces
nuestras lenguas estarán
limpias
de la amargura del desamor,
y de nuestras gargantas
estará deshecho el nudo de
hecatombes.
Tú serás otra.
Yo seré otro.
En algún sitio nos
encontraremos.
Cruzaremos miradas
y nos saludaremos
con cierto gesto de
cordialidad,
pero ya completamente
ajenos.
Fotografía
Tu rostro
sin ningún rasguño de la
edad,
tus ojos
como perdiéndose en la
lejanía
o como dos soles de un
planeta extraño
que nunca han de apagarse,
tu boca
como un arroyo de carne roja
donde el mundo sacia la sed
y el hambre,
tus mejillas
sin huellas de lágrimas
sin cicatrices de la
tempestad,
tu nariz
ignorando el delgado aroma
de la muerte,
tu retrato
sin ninguna herida del
tiempo.
Josué Enmanuel Ramos