Solsticio
de posguerra nos invita a marcar la llegada de una nueva estación, un nuevo
momento en nuestra historia. Este solsticio se celebra con un ritual, es un
concierto a una voz que ofrenda el poeta salvadoreño José Luis Escamilla. Es un
poemario con intertextualidades a veces marcadas por el eco de otros versos, a
veces por un dicho popular, otras, por su incursión en el discurso académico y
otras más por su conversación con otros personajes y autores en la historia
nacional. Así, se mueve por diferentes momentos en la producción poética de
nuestro país, oscila entre diversos espacios del quehacer cultural, entra y
sale del espacio del saber institucional y aborda el espacio del saber popular.
Beatriz Cortez
Los
Ángeles, California.
Mayo,
2014.
Selección poética
Designio
I
Y
entonces coleccioné la vida
corté
una flor silvestre
y la
sembré en una esquina del pavimento,
ahí
apareció Dios.
Horas
más tarde
recogí
vestigios de concreto
y lo
lancé al corazón del cielo,
ahí
estaba el hombre.
Al
anochecer tejí alas diminutas
volé
como partícula de luz en el viento
Dios y
hombre llegaron hasta aquí
y ahí
está la imaginación.
II
Al
final
en el
eterno vacío de cristal
vertí
instantes crepusculares
que
descifré entre cáncer y capricornio.
Brizna
amarilla ilumina mis horas
tempestades
furibundas soplan del Norte
el polo
ya no es magnético
oro y
plomo han sucumbido
principia
otro tiempo.
Salitre
de piel milenaria se anuncia en el Sur
mieles
de hojas prohibidas lavan el alma
cocaleros
dignifican la tierra en el cielo
y las
diminutas tintas clorofílicas
pululan
como espermas finiseculares
como
anuncio de un perpetuo solsticio
que
inicia hoy.
Destello
crepuscular
He vuelto al encuentro de las
aves
minúscula palabra gritada al
viento
destello crepuscular ahogado en
las horas.
He vuelto al encuentro del
ruido asesino
He vuelto al encuentro del
insomne siniestro
que lee los versos del crápula.
Así transcurrieron los años
Todo ha terminado
Sólo queda el canto del viento
que hiere
al especialista en el
pronóstico del tiempo.
Entelequia
La mentira del presente
es la verdad histórica.
Silce
V
Desnuda
aquí cerca de mis manos
sin horas laborales
te necesito.
Tu cadencia infranqueable
bisturí perfecto que rompe el
viento
explota en el aire el perfume
nocturno de tus senos
delirante llamado del suspenso.
El insomnio asalta el remanso
vegetal
de arcoíris atrapado en mis
manos del mal
y llegas sin tregua al
escalofrío preciso
donde el amor encuentra el
paraíso.
Despertamos con el rocío de los
labios
mojados
pieles invadidas como tempestad
que solo vos conocés.
Besos desnudos
decantan los abismos de la
conquista
que gritan en sigilo indómito
la fuerza de los cuerpos
atrapados en este eterno segundo
que en algunos días serán
veinte años.
Camarada
anónimo
A Jorge Arias Gómez
Son tus horas
un siglo estrujado en el
invierno,
mil ideas gaseosas iluminan el
cosmos
y tu trabajo voluntario
pulula en los pasillos de este
santuario.
Querido Jorge
te dijo el poeta
mientras el frío dibujaba
esperanzas en el silencio de Praga.
Cuánto diletante
desea aquel manifiesto de
ternura
que años después se convirtió
en amargura.
Este episodio es el desván del
siglo
con palabras últimas
señales de epílogos
novelas irrepetibles
que testimoniaste con tu
humildad de viajes clandestinos
mientras una generación soporta
esta tarde de dolor.
Maestro de la memoria
sobreviviente en este barco
descostillado,
curador eterno de la historia,
testigo de clandestinajes
inéditos,
dibujante de acuarela
ensangrentada
pintor de lienzos color sepia
mentor de la historia olvidada
escultor de corazón en
retirada.
En tus páginas queda el
sombrero de Sandino
los caminos de Farabundo
y el confín de tus palabras no
dichas
petrificadas en el aguacero de
aquel abril y mayo.
Conozco tu anonimato a campo
traviesa por el mundo
en busca del rastro de
Farabundo
Conozco tu anonimato en las callejuelas
de la Zacamil
en el eterno retorno del año
dos mil
Conozco tu anonimato en el
campus universitario
en la fecha del olvidado
aniversario.
Estoy seguro del incendio
escarlata en tu pecho
contemplo el horizonte
enrojecido de las tardes
escucho el rumor de tu enojo
frente a las brújulas
esquizofrénicas de los tránsfugas.
Dardo
envenenado
Y entonces recorrí las mismas
calles
todo era ajeno
nada me pertenecía.
Regresé a las horas perdidas de
caminos muertos.
Estoy cansado de tanto
desasosiego...
No tiene sentido continuar sin
rumbo.
No puedo respirar si un mal
presente pinchó la suerte
No puedo respirar si el aire
está a la venta.
Ya basta de tanto estercolero
golpeándome el tímpano.
Ya basta de tanto sordo eterno
en el pavimento.
¿Es que acaso la memoria
es esta sangre que se dibuja en
los libros?
Diez años después...
José Luis Escamilla
Nació en Apopa, San Salvador, la madrugada de un 28 de junio de
1970. Hijo de Carlota Rivera Valle y Francisco Escamilla Díaz.
Escamilla es profesor de Literatura hispanoamericana,
centroamericana y salvadoreña en la Universidad de El Salvador. Se doctoró en
Literatura de la Universidad Nacional de Costa Rica el año 2010.
Sus libros publicados son: Intersticios
en Roque Dalton (2005) y El
protagonista en la novela de posguerra centroamericana (2012); Esquinoccio (Editorial EquiZZero,
2012).
Con todo respeto Felicidades profesor es un orgullo para mi conocer y tener la dicha de decir un día fue mi amigo, mi hermano, mi profesor, que me enseñó Muchas cosas de la vida que jamás imagina en mi realidad. Gracias por ser una persona ejemplar y que viva Apopita un fuerte abrazo y que Dios lo bendiga siempre.
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