Fue
el poeta argentino Oliverio Girondo quien dijo: Un libro —y sobre todo un libro de poemas— debe justificarse por sí
mismo, sin prólogos que lo defiendan o lo expliquen. El libro del carnero, de Josué Andrés Moz, es —por antonomasia— precisamente eso: un texto que no necesita ser
justificado, porque su discurso rebelde y consecuente eleva al autor muy por
encima del canon. Coherente, como todo buen escritor, Moz nos entrega una apología del dolor y la
ternura como caminos que confluyen y nos muestran nuestras propias miserias. El
libro del carnero fue uno de los finalistas del X Certamen Literario Ipso
Facto 2020 promovido por Ediorial EquiZZero y, a mi modo de ver, el mejor
logrado. El tiempo se encargará de otorgarle a este libro el lugar que le
corresponde, por lo pronto aquí esta Moz...
Omar A. Chávez
Co-editor de Editorial EquiZZero
SELECCIÓN POÉTICA
Caigo de cara sobre la página
y se derrama el Pont-Saint Espirit
desde mi cráneo.
Observo el delirio como un dios nunca
venerado
húmedo mientras yergue su escarcha
por mis venas
mientras levanta sus manos para
predecir el desastre.
Ángeles de marfil se arrodillan
frente a mi sueño
caricia vegetal cuando dicen su
herida alrededor de mi nombre.
¡Ay! de esta trenza que seremos ahora
de esta daga que respira a partir de
los cadáveres
la renuncia del ser ante el murmullo
de lo imposible.
(Ante la palabra de dios que todo lo niega)
Caída horizontal al saltar por las
ventanas
al pensarse abismo frente al
relámpago de la vida.
(Todo mi amor ahora recostado en el límite del invierno)
Escucho más allá de la ciudad
más allá de ella y su coraza
impenetrable
más allá del gemido de los neones y
las botellas
de las luces cubriendo una sinfonía
de vértebras rotas
del oxidado silbido de las balas a
través de los cuerpos
de los niños naciendo mientras el
cielo esgrime su torcida sonrisa
Afuera está mi corazón goteando
cristales sobre las cabezas de los hombres
adentro este líquido rápido que me
desdibuja el recuerdo
esta caída perpetua para crecer como
una grieta al otro lado del insomnio.
GRAFITI: ENSAYO ACERCA DE LA ORFANDAD
Ha nacido el hijo abandonado que
abandonará a sus hijos,
aquella navaja que desconocerá
lentamente todos los abrazos.
No toda muerte es pólvora en las
manos
ni cualquier nacimiento significa
olvido ante la tristeza.
Con piedras en los bolsillos y clavos
en la boca
ha nacido la muerte del niño que
pronto ha de nacer.
El amor fue olvidado en los recintos
de la fiebre.
Los besos que antes recorrieron el
vientre
son delgadas sombras en el eco de los
pasos
y toda la humedad acariciada aquella
noche
ahora es una constelación de charcos
predecibles abandonando la sonrisa.
Nada hay del viejo pesebre que
podamos admirar,
nada en la voz del padre que ha
prometido su regreso,
nada adentro de la cueva ante el
rostro y la renuncia,
ante su tercer día hecho de tanta
espera,
hecho de tantos años de moscas
enterradas en los huesos.
Esta sangre que es a la vez
hemorragia de sí misma:
dibuja en la cabeza de otro hijo
el beso que nunca le entregaron al
nacer.
CARCOMA
Mi abuela no teje sino la culpa en
los labios azules de su madre,
ella es un cementerio interminable de
noches rencorosas,
un paisaje de gaviotas que se
desploman sobre la piel de los inviernos,
una bahía de palabras cercenadas en
la boca de sus nietos.
MISTER COP
A Carla Ayala y Daniel Alemán
No necesito calzar su uniforme para
hablar de la muerte
ni conocer el oscuro abecedario que
le besa los dientes, señor policía.
Dígame entonces
qué hacemos con sus tatuajes,
dígame
dónde esconder la dentada silueta de
su miseria,
qué hacer con esa tristeza de no
poder meter sus manos bajo mi falda,
de no poder llevar mis tacones,
con esa rabia luminosa que lo hace
querer romperle los dientes a mi hermano.
Perdone, señor policía,
que sea tan directo,
perdone mi tristeza.
Perdóneme, señor policía, por no ser
uno de sus muertos,
por no sonreírle trágicamente a sus
compañeros en la patrulla,
por no estarme pudriendo en
bartolinas,
por no dejarme fabricar las pruebas
necesarias,
por no agachar la cabeza y caminar
bonito frente a su sombra
de un metro treinta, de un metro
ochenta.
Acá la noche se nos mete por los
pulmones,
acá los billetes tienen el rostro de
lo que hemos perdido.
No necesito los cuchillos,
no necesito los balazos,
no necesito verlo agitar su soledad
en el asiento del copiloto.
Míster cop-burbuja negra-the
polismen,
¿Cuántos gemidos le caben en la punta
de la bota?
¿Cuántas cicatrices dormidas lleva en
el eco de sus manos?
¿Cuántos desiertos han tejido las
arañas en la boca de su mujer?
¿Cuánta ausencia soportan los
delgados huesos de su hija?
Yo lo conozco, señor policía,
no necesita taparse el rostro para
mí,
no tiene porqué arrodillarse frente
al Cristo,
ni llevar más ceniza en su frente que
la que lleva en las manos,
no necesita demostrar que nació con
alacranes en los ojos;
yo escucho desafinar esa canción
desde que desapareció a su compañera,
yo conozco su dulce ritual de sangre,
yo sé de la potencia hidráulica de
sus mandíbulas.
No se preocupe, señor policía,
yo traigo mis propias bolsas negras
para ahorrarle el gasto
y las molestias.
BABEL
A
R.H.
Tu vientre
siempre fue una
república de lenguas predestinadas al exilio.
Tus manos
estrellas calcinadas en
la madrugada de los perros.
He aquí la oscura carne
habitando los pasillos de mi memoria.
La costra en las
rodillas
de quien se inclina
ante el recuerdo de tu sexo
como ante una catedral
que derrumbaron los años.
POSTAL
EN SEPIA
Es mediodía en mi
sangre.
Toco tu rostro para confirmar que mis dedos existen,
para reconocer mi respiración en el latido de tus labios.
Pienso en nosotros.
Aquella noche la arena
fueron mis dedos
y la espuma resbalaba
de tu vientre;
yo tenía la edad exacta
para pronunciar tu nombre,
las sílabas tejidas
como pétalos precisos alrededor de mi lengua.
Pienso en nosotros
y se apaga mi rostro.
La oscuridad es aquello
que nos dijimos
después de esa
madrugada
en que liberamos a los
cangrejos.
Josué Andrés Moz
Nació en San Salvador en 1994. Es poeta y gestor cultural. Actual egresado de la Licenciatura en Letras por la Universidad de El Salvador. Ha publicado poemas en diversas revistas literarias, así como en distintas antologías dentro y fuera de su país. Publicó Carcoma (Editorial La Chifurnia, 2017), Pesebre (Editorial La Chifurnia, 2018), Babel (Malpaso ediciones, 2020). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, árabe y francés. En los últimos años ha participado en congresos y festivales de literatura, entre ellos: l Festival Internacional de Poesía de Aguacatán (Guatemala, 2018), Primer Encuentro Centroamericano de Escritores Edilberto Cardona Bulnes (Honduras, 2018), Primer Congreso Centroamericano de Literatura (USAC, 2019) y en la trigésima edición del Festival Internacional de poesía de Medellín.
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