Ana Chig, es la poeta mexicana, cuya voz llena de ternura y sensualidad, abre las puertas de la poesía mas allá de las fronteras salvadoreñas, y se convierte así en la primera escritora de carácter internacional en ser publicada por Editorial EquiZZero.
"La noche sobre el rostro desarrolla el tema del amor
erótico, en el que la noche es más un cómplice que el escenario de los
encuentros. En los poemas que dan vida a este libro, la voz que los crea es
consciente de su aliento febril e impone una plasticidad dinámica en cada uno
de ellos, donde el paisaje exterior es una correspondencia fiel del paisaje
interior.
En sus poemas Ana Chig logra integrar a la pasión
amorosa notas de nostalgia, que dan como resultado una mirada a la distancia
justa, desde la que se ensaya cada uno de los efectos miríficos del encuentro
amoroso. La noche sobre el rostro logra un equilibrio de fuerza y gracia, donde
los cuerpos son paisajes y los sonidos de la noche cuentan historias que se
incendian en nuestra lectura."
Mijail
Lamas Alfaro
Poeta, traductor y crítico mexicano.
Selección poética
Lo nombrado
Eso que nombramos a la orilla de los ríos…
quizá muerte desleída extendiéndose en el sexo.
Noche que se vuelve tibia en nuestros cuerpos,
niebla avanzando rieles indefinidos.
Como todo lo vago en la palabra, en el recodo íntimo
del vientre que olvida concepciones, del falo deslizado
entre las sombras inquietantes de los cuerpos.
Lo nombrado, lo intacto en el silencio de la roca,
caudal de islas nacidas bajo la lluvia del invierno.
Quizá es tu mano o esas redes rebosantes del esperma,
las nubes que construyes cuando tu boca acaricia
mis labios
son dioses abandonados que resultan al
amarnos.
Tropical
Te amo. Inmóvil acaricio la placidez de tu frente,
penetro más allá del cálido abrazo sujeto a la nostalgia,
más allá de la promesa —pacto obligado que sosiega el dolor—.
Sucede que te amo cuando la roca se derrama en los abismos
y un calor del trópico detiene su marcha en la habitación.
Nocturno
Posé mis manos sobre la noche dilatada.
Un húmedo rumor deshabitaba el cielo y sus estrellas.
Fue el tiempo, ociosidad de un deseo esculpiendo los instantes.
Vientre, sombra, bahía, fluente
de lluvia oscura.
Parpadeo, relámpago furioso del acto consumado.
Quedó el cuerpo desnudo en la quietud de los latidos,
río estremecido en el sueño de un
invierno agonizante.
La noche sobre el rostro
La noche temprana se allega sobre
tu vientre.
Su desnudez invade y transforma los contornos.
Soy tierra cercada por el agua, península inaudible
suspendida entre los muslos.
Enlazas la palabra al numen solitario, me desplaz.
Voy a tu cuerpo sumergido como la
noche siguiendo al alba.
Se adentran mis dedos entre la espiga, me abrigas exaltada.
Tus caderas acogen la soledad estéril, te sostengo con mis manos.
Te quedas desnuda como astro luminoso alzándose en mi boca,
un halo ebrio del aliento te suspende,
te aquietas en el brocal.
Mi lengua es un ancla que agita la marea, una ola en quietud
de su viaje hacia la arena, noche hundida mojada sobre el rostro.
Abandonas tu vida sobre mi cuerpo, renazco sobre tus senos.
Más, te abres y el deseo como humo ascendiendo entre los campos.
Abandono mi vida sobre tu cuerpo, renazco ahora entre tus labios.
Creencia
Tu vientre es un parque de incendios protegidos,
adentrado umbral donde las rutas germinan claridades,
la semilla desnuda cayendo a tierra entre la lluvia.
Tú eres el milagro de un lenguaje edénico, del frío incierto
sostenido entre latidos, la
primordial morada de la noche.
Eres el proverbio estéril precipitándose al vacío de los sordos.
Tu piel es camino de palabras inusuales, una escala continua,
el lomo de una nube aglomerada entre mis manos.
Habitamos cuerpo,
muros caídos como sombras,
recuerdos como una plaza entre los días.
Habitamos la tarde
como nubes imponiéndose al ocaso,
como sueño descendiendo entre los cuerpos.
Habitamos palabras,
la lectura comentada de los cuerpos,
palpo, entalladura, insomnio combatiendo entre los hechos
Fuera del tiempo, te asomas al vacío
como sombra trasgrediendo los portales,
resuelta en el estrado íntimo de
voces habitando los destellos.
Ana
Lilia Chig
Los Mochis, Sinaloa, México, 14 de agosto de 1974 . Comienza su actividad literaria en la ciudad de
Tijuana, lugar donde reside desde hace más de catorce años colaborando en
diversas revistas electrónicas.
Ha dedicado parte
de su vida a la promoción cultural, colaborando con organizaciones en la
promoción y difusión de actividades. Es fundadora de la Revista MEnsual de
Poesia Frontera Esquina y de Nodulo ediciones.
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