El poemario ESquinoccio de José Luis Escamilla es una propuesta literaria que se caracteriza por exteriorizar la angustia de un pasado inconcluso, marcado por un presente insoportable. La mayoría de sus poemas acoplan signos que hacen confluir el tiempo de dos siglos diferentes en un mismo espacio poético. La zozobra de los segundos del Yo poético adquiere sentido en la forma de sus poemas cuando el ritmo interno no responde a la musicalidad convencional, sino al ritmo de la taquicardia que adquiere sentido en el desenfado de los poemas breves o en la cadencia de la contemplación de lo sublime...
...Los poemas de José Luis Escamilla en general no se circunscriben a una forma homogénea, ni son el resultado de ejercicios preconcebidos. Se trata de una mixtura de juegos experimentales que van desde extensos poemas como el caso de Tormentos, que adquieren características de cuadros narrativos en verso; hasta brevísimas composiciones de dos versos, a manera de dístico, como es el caso del poema Contraluz. En este contexto, la forma más destacable, quizás hasta la más significativa, de este primer poemario de Escamilla es la serie de poemas de producción espontánea que reivindican al epigrama; es decir, aquellas composiciones breves que expresan un pensamiento ocurrente o satírico de forma ingeniosa. Esta es la clave para descifrar la relación entre la propuesta formal y la disposición ideológica del poeta. En este poemario se identifican temas propios de las sensaciones cotidianas del poeta, imágenes de espacios transitados por la multitud distraída como la esquina y la calle; así como tiempos desprovistos por la vertiginosidad que agobia a los obsesionados con el trabajo, la sobrevivencia y los placeres, los cuales son incapaces de comprender los atardeceres, la nostalgia del invierno incesante y la eternidad congelada en la inmensidad del mar, la noche y las horas vacías.
Francisco Díaz de Tolentino
Selección poética
Diatriba
Estoy cansado
no sé cuál es la respuesta.
Tal vez sea mejor morir
en silencio.
La hora de las respuestas
siempre es pregunta.
Ha llegado el invierno
el maldito cigarro
mi terrible angustia.
Nadie tiene las respuestas
sólo este Yo mío
que no sabe nada.
No claudicaré
con el intento
de ser libre.
Sin embargo
las horas transcurren
y el principio es el mismo
tres veces la nada
y la nada es el ahora
y eso es todo.
Edípico
De tu parte mía,
la angustia llega a cada segundo
por la ausencia.
Aquí naufrago
en este frío tropical,
los océanos son ustedes
golpeándome,
las cordilleras son las elevaciones de tu piel
que me hablan
y enloquecen las calles
con amarillos sin tiempo
con despojos de narices vegetales
con húmedas necedades sin nombre
donde frisa mi piel
con celestes inventados
colmado de besos
estremecidos por la certeza
de encontrarse
encontrarme solo
en medio de este charco
donde se ahoga la palabra.
Eso sí,
el frío es universal,
los charcos son míos
la demencia me pertenece
y este cigarrillo
ha muerto,
por lo menos
entre mis dedos.
Silce I
He fumado mucho
mientras la angustia desborda silenciosa
y el rechinar de mis frontales
menguan la zozobra.
Aquí esperando vida
carcomo eternidades,
aquí venciendo la desesperanza
trituro horas devoradas.
No hay tiempo
ni lugares quietos de espera…
No hay nada sin tu parte que me falta
El bullicio aturde la quietud
cuando el lirismo de la tinta se desvanece
y el amor invade la órbita
de presentes estrujados
y futuros compartidos.
La locura vuelve a tener vigencia
cuando la tristeza y la espera
siguen apuñalando los segundos,
cuando tu dolor se vuelve mío.
Aquí, pues,
como siempre
acariciando el crepúsculo eterno,
aunque no sea lo mismo;
porque falta la acuarela de tu tez,
el susurro de tus rizos,
las vibraciones que tu respiración exhala
y el temporal
que guardas en el caudal de tus días por venir.
Para poder vivir estos tiempos erosionados,
que infertilizan los campos
invoco a algún dios
y así esta pena,
se envuelva en algún viento
y finalice como un simple cuento.
Silce II
Cada segundo demora fronteras
como fuego que dilata el tiempo
hay tantas esperas que agobian estos días,
tanta mendicidad
galopando
en algún necio
que se gasta preguntas torpes.
Una basura repugnante
pincha mi pupila
que te contempla lejana,
distante.
He viajado hasta ti
desde el día aquel
que dejaste dentro de los papeles de viaje
un beso,
un amor escrito para siempre.
Ahora que estoy mojándome los pies
en este charco del mundo
te veo dibujada en su espejo.
Siempre te vi entre peñascales humeantes,
entre verdes prados sonriendo,
riachuelos fugaces al borde de la calle,
llanuras terroríficas,
montañas eternas,
mares,
un solo mar colosal
que a la diestra duerme en silencio
y a la siniestra grita eufórico.
Así reitero tu presencia manifiesta
en esperanzas taciturnas con alas rotas,
reencuentro tus ojos en este crepúsculo
a la orilla olvidada del Caribe.
Aquí entre esta hambre
me nutro del pan que cada mañana pensás para mí.
Ahora,
en esta última zozobra espero volar ya
para llevarte este cielo tuyo por designio.
Semilla
A mi hijo
Y entonces
llegó tu hora…
vaina primaveral libre al viento
arcilla
lluvia
partículas de sol
y canto de pájaros
cobijaban el esperma
pleno, crepusculario.
Ahora
ahí está la célula perfecta
el amor participado
riéndose de la nada
porque desde tu nacimiento
siempre fue de tarde.
Tu pie saludó al mundo
mientras el silencio
se comía mis horas;
pero tu pie
besó el arcoíris del tiempo
para alumbrar la burbuja,
lo nuevo.
Atisbos
Escribo en papel prestado.
El viento sopla en mi rostro
palabras no dichas,
el sol pinta en mi rostro
brillos no deseados.
Esta tarde llueve
y acuarelas tiñen mi piel.
Como ventisca lumínica
estallo en el difuso verde,
mientras el cielo huye de mí
al teñir la noche.
José Luis Escamilla
Nació en Apopa, San Salvador, la madrugada de un 28 de junio de 1970. Hijo de Carlota Rivera Valle, mujer que le heredó el ejemplo de la dignidad, la fuerza y la esperanza en el futuro. Su padre Francisco Escamilla Díaz, especialista en descifrar designios del tiempo y de la vida, con conocimientos avanzados en alquimia de las cosas simples.
Escamilla es profesor de Literatura hispanoamericana, centroamericana y salvadoreña en la Universidad de El Salvador. Se doctoró en Literatura de la Universidad Nacional de Costa Rica el año 2010.
Sus libros publicados son Intersticios en Roque Dalton (2005) y El protagonista en la novela de posguerra centroamericana (2012); así como una serie de artículos y comentarios sobre arte, cultura y literatura en revistas especializadas y en secciones culturales de periódicos impresos y digitales. Esquinoccio es el primer poemario de una serie de tres, que constatan el trabajo de hacer poesía en silencio.
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